Perdonarte para amarte

Perdonarte para amarte

¿Cómo te llevas con el error?, ¿Cómo manejas la culpa? El miedo a cometer errores, al fracaso y el sentimiento de culpa limitan nuestra libertad y actúan minando nuestra autoestima.

Por eso, un paso importante en nuestro desarrollo personal es aprender a aceptar el error, soltar la culpa (muchas veces arrastrada desde hace mucho tiempo) y aprender a perdonarnos. Porque una adecuada autoestima pasa por aceptarte tal y como eres y eso implica perdonarte.

Tomamos miles de decisiones cada día, conscientes e inconscientes y sí, a veces nos equivocamos. El error forma parte del aprendizaje, esta parte teórica en lineas generales nos la sabemos. Sin embargo, muchas veces nos identificamos con él y sentimos que hemos fallado como personas. 

Entonces aparece ese sentimiento de culpa y de rechazo a esa parte de ti. Te enfadas contigo misma, te arrepientes, te reprochas, te autocastigas e incluso te guardas rencor durante mucho tiempo por no cumplir esas expectativas que te habías puesto, a veces, demasiado altas, por no cumplir con «lo que se espera de ti» como mujer, madre, trabajadora, hija… o quizás, por haber traicionado tus valores o por miedo al rechazo

Es importante tomar conciencia para aprender y avanzar, pero la culpa no te servirá para ello porque te ancla en el pasado. Por eso, si quieres fortalecer tu autoestima, libérate de la culpa porque lo has hecho lo mejor que podías o sabías en ese momento.

Ponle freno al autocastigo, a la autoexigencia, cuestiona algunas de esas ideas que te llevan a sentirte culpable y abraza a esa parte de ti porque si te sientes culpable, no podrás ver lo valiosa que eres, sentir que te mereces cosas bonitas, atreverte a hacer cosas, asumir retos y ser feliz. Porque es difícil querer y confiar en alguien que no te gusta y a quién guardas rencor.

Soltar esa culpa te permitirá aceptarte, encontrar paz emocional y retomar el control de tu propia vida, porque cuando te perdonas le estás dando alas a tu alma.

Perdonarte para amarte

Entonces, ¿Qué eliges, perdonarte o castigarte?

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