Qué es la resiliencia y cómo desarrollarla
La vida tiene sus altos, sus bajos, sus curvas, sus llanos, baches e incluso a veces fuertes remolinos. Es inevitable y queramos o no, todas las personas pasamos por momentos complicados, situaciones dolorosas y desafíos en nuestra vida que nos producen un gran desequilibrio emocional.
En esos momentos podemos sentir que no hay salida, que no podemos más e incluso dudar de nosotras mismas. Aunque esa sensación de incapacidad para afrontar la situación, por muy fuerte que sea, tan solo es una percepción mental.
¿Verdad que has pensado en más de una ocasión que no podías con algo, que no lo ibas a superar y después no fue así? Pensabas que no, que era imposible, pero… lo hiciste.
Aunque puede que en ese momento de crisis no lo sientas así, cuentas con la capacidad suficiente para mirar de frente a los distintos desafíos de la vida y no solo eso, sino además para aprender de ellos, optimizar tus propios recursos y salir fortalecida. A esa capacidad se le llama Resiliencia.
La Resiliencia es la capacidad humana para hacer frente a las adversidades de la vida, para adaptarse a las situaciones, sobreponerse y salir fortalecidas de ellas.
No, no nacemos con esta capacidad ni es inmutable, como toda habilidad se desarrolla y se entrena. Lo vamos haciendo de forma más o menos consciente desde la infancia a través de nuestros modelos y figuras de protección y a lo largo de nuestra vida en la medida que vamos afrontando los distintos desafíos que ésta nos presenta.
Esto quiere decir que las personas resilientes no nacen, se hacen y tú puedes entrenar de forma consciente y desarrollar esta habilidad emocional de vida y bienestar.
Cómo potenciar la resiliencia
1. No te resistas al cambio
Lo cierto es que nos guste o no, la realidad es la que es. Aunque se dice fácil, cuando la situación no nos gusta esto es más difícil de aceptar y precisamente, negar la situación es de una de las cosas que mayor sufrimiento nos genera.
Nos resistimos y nos centramos en negar la situación incluso sin tener en cuenta que a veces es posible que sea necesaria para generar cambios positivos y que aparezcan cosas grandes y bonitas en nuestra vida. Y es que, lo cierto es que no solo la realidad es la que es, sino que tampoco sabemos lo que nos deparará.
El miedo al cambio es de los miedos más habituales y es completamente normal sentirlo. Sin embargo, por mucho que nos gustaría muchas veces que las cosas fueran estables, estáticas y permanentes, el cambio y la incertidumbre forman parte de la vida.
Más allá de nuestros miedos, los cambios nos permiten aprender, evolucionar y mejorar nuestras vidas. Por eso, es importante dejar de ver los cambios como una amenaza y comenzar a verlos como una oportunidad para desarrollar nuestros recursos y crecer.
2. Acepta que también forma parte de la vida
Puede ser que ante una situación adversa repitas una y otra vez cosas como: “por qué a mí, no me lo merezco, si yo he hecho bien las cosas, no debería ser así, no es justo, etc.,” y seguramente razón no te falte, pero muchas veces las cosas simplemente llegan, lo merezcamos o no.
La vida nos trae a todas las personas todo tipo de momentos, alegres, de éxito, tristes, dolorosos, de frustración… y también nos llegan cosas que una no se busca o que no se merece, pero aparecen.
Esto no quiere decir que no sea útil y beneficioso actuar de forma positiva y tratar de hacer las cosas lo mejor posible, ¡claro que lo es! Pero es importante ser conscientes de que a pesar de que lo hagamos, nos vamos a encontrar inevitablemente con experiencias dolorosas y situaciones difíciles de afrontar, comprender que éstas forman parte de la vida y por lo tanto, no somos ajenas a ellas.
Y no, aceptar la situación no significa resignarse, ni quiere decir que ya deje de importar o doler la situación, sino reconocer que las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran, dejar de resistirse para seguir avanzando y aprender a fluir con la vida.
3. Deja de rumiar el pasado
Otra cosa que solemos hacer es darle vueltas y vueltas al asunto rumiando el pasado y lamentándonos. ”Cómo no me di cuenta, me he equivocado, tenía que haber hecho esto, por qué hice lo otro, con lo que yo quería que…”
Sí, pasó y te equivocaste o no salió cómo deseabas, vale ¿y ahora qué? Porque tu vida es ahora, el pasado nos guste o no, ya ha pasado ¿o acaso darle vueltas y vueltas al pasado hará que puedas cambiarlo?
Al igual nuestros logros, nuestros errores nos traen muchas enseñanzas y mirar el pasado nos sirve para observar los aciertos y los errores para poder aprender de ellos y crecer. Para eso está el pasado y no para regodearse en ellos dando vueltas y vueltas al asunto. Vas, recoges datos, analizas y vuelves mirando cómo puedes mejorar ¿esto para qué me sirve?, ¿qué puedo aprender?
La pregunta es: Sabiendo lo que sabes ahora, ¿qué harías diferente?
4. Sal del victimismo y toma las riendas
A veces nos equivocamos y hay adversidades que no vamos a poder evitar, pero eso no significa que no podamos hacer nada, aunque lo parezca, aunque nos coja desprevenidas, aunque parezca que nos viene una tras otra, aunque nos parezca el peor momento de nuestra vida.
Porque aún así, el cómo afrontamos la situación o cómo nos sobreponemos, sí depende de nosotras y siempre puede convertirse en un momento para tomar conciencia de cosas importantes, cambiar nuestras prioridades, aprender, mejorar, transformar nuestra vida.
La persona resiliente es aquella que asume su responsabilidad y adopta un rol protagonista, en lugar de uno victimista. No es una persona que no sufra o no tenga problemas, no es inmune y la vida también le sacude. Sin embargo, en lugar de instalarse en el sufrimiento, en la lamentación y el victimismo, elige aprender a gestionar sus emociones, buscar opciones, levantarse y volverlo a intentar.
Y es que cuando nos instalamos en el victimismo dejamos todo nuestro poder para elegir y para influir en nuestra vida en manos de las situaciones, del estado de ánimo, las demás personas, del sistema, del mundo, del destino, etc. En cambio, cuando elegimos ser protagonistas asumimos nuestra responsabilidad tomamos las riendas y no permitimos que dirijan nuestra vida. Y la vida está para protagonizarla, ¿no crees?
5. Enfócate en la solución y busca oportunidades
Recrearnos en el dolor e instalarnos en el rol de víctima dificulta mucho sobreponerse a las adversidades porque además de no darnos ninguna estrategia para salir adelante, nos resta energía para buscar soluciones y oportunidades para transformar la situación. Nos enfoca al problema y nos deja fuera de juego.
Así que gira el foco, sácalo del problema y apunta a las soluciones. Haz una tormenta de ideas, ¿qué puedes hacer?, ¿qué haría esta persona?, ¿y esta otra? Juega con eso y explora otros puntos de vista para ampliar tu perspectiva. Busca alternativas y oportunidades.
6. Es temporal y no para toda la vida
Si el cambio forma parte de la vida y nada es permanente y estable, esta crisis tampoco lo será, ni esta situación ha de repetirse. Así por ejemplo, puede que te encuentres en un momento muy doloroso, pero el dolor trascenderá si lo vas gestionando, puede que ahora sufras un desamor, pero no quiere decir que no encontrarás de nuevo el amor en tu vida. Puede que hayas perdido el empleo, pero no significa que ya no vayas a poder conseguir otro.
7. Piensa en tus fortalezas
El autoconocimiento es una clave fundamental para desarrollar nuestra resiliencia, conocernos, saber cuáles son nuestras limitaciones y sobre todo, reconocer nuestras fortalezas.
Tener un concepto y una imagen positiva de nosotras mismas nos ayudará a situarnos con mayor seguridad ante la situación y a que nos sintamos más capaces y con más recursos para superarla y sobreponernos.
A su vez, cuando supero una situación adversa y veo los recursos que he desarrollado, también fortalezco mi autoconcepto y mi autoestima.
8. Confía en tu potencial
Tenemos una gran fortaleza interna, puede ser que en ese momento de crisis no la veas porque es posible que todo el ruido mental no te lo permita. Sin embargo, está ahí y es imprescindible aprender a reconocerla y confiar en ella.
No son pocas las veces que dudamos de nuestra capacidad de superación. Sin embargo, cuando la vida nos pone de frente una situación complicada y dolorosa en la que no nos queda más remedio que ser fuertes, nuestro dolor automáticamente se transforma en fortaleza.
Confía en tu potencial y saca toda tu fortaleza.
Si estás pasando por un momento complicado y necesitas más ayuda, aprender a pedirla es otro gran paso para desarrollar tu resiliencia.
El acompañamiento a través de las sesiones coaching puede ayudarte a desarrollar tus propios recursos, superar la situación y mejorar tu resiliencia.
También puedes mejorar tus recursos para aprender a gestionar tus emociones y afrontar las distintas situaciones de la vida a través de formación. Puedes echar un vistazo a la formación online para el empoderamiento y el crecimiento personal de la Escuela de Emociones.